Del número de amigos

Buen consejo para:

“¿Debe uno procurar tener el mayor número posible de amigos? O acaso, así como con tan buen sentido se ha dicho sobre la hospitalidad,

‘En materia de huéspedes, no conviene tener muchos ni carecer de ello’

¿es conveniente igualmente, respecto de la amistad, no estar sin amigos ni proporcionarse un número exagerado de ellos? La palabra del poeta podría aplicarse perfectamente a las relaciones de amistad que no tienen otra base que el interés. Es muy difícil pagar y reconocer todos los servicios, cuando se reciben muchos, y la existencia entera no bastaría para satisfacerlos. Los amigos, cuando son más en número de lo que reclaman las necesidades ordinarias de la vida, son muy inútiles; y hasta llegan a ser un obstáculo para la felicidad. Por lo tanto no hay necesidad de tantos amigos de este género. En cuanto a los amigos por placer, bastan algunos; esto es como la sazón en las comidas. Resta hablar de los amigos por virtud. ¿Convendrá tener el mayor número posible de ellos? ¿O bien debe tener un límite el número de amigos, como lo tiene el de ciudadanos en el Estado? No podría constituirse un Estado con diez ciudadanos, como no podría constituirse con cien mil. No quiero decir, que precisamente se haya de lijar el número de ciudadanos, sino que ha de ser un total que se mantenga dentro de ciertos límites determinados. Próximamente está en caso análogo el número de amigos; es igualmente determinado, y puede reducirse, si se quiere, al mayor número de personas con quienes pueda vivirse en vida común; porque la vida común es la señal más cierta de la amistad. Mas, como puede observarse fácilmente, no es posible vivir con una multitud de personas, dividiéndose uno de esta manera. Añádase a esto, que todas estas personas deben ser amigas entre sí, puesto que es preciso que pasen el tiempo reunidos unos con otros; y no es este un pequeño embarazo cuando se trata de muchos. también es muy difícil en medio de tantas personas que pueda uno sentir los mismos goces y las mismas penas que todas ellas. Está expuesto a coincidencias desagradables, y podrá suceder que a la vez tenga que regocijarse con unos y entristecerse con otros. Así será muy bueno no buscar el mayor número posible de amigos, sino sólo el número de ellos con los que les sea posible vivir en intimidad. No es posible ser amigo decidido de un gran número de personas; y esta es la causa porque el amor no se extiende a muchos a la vez. El amor es como el grado superior y el exceso de la afección, y nunca se dirige más que a un sólo ser. De igual modo los sentimientos muy vivos se concentran sobre algunos objetos, pocos en número. La realidad demuestra evidentemente que esto es lo que acontece. Jamás con muchos será posible tener una verdadera y ardiente amistad; y todas las amistades que se alaban y se admiran no han existido sino entre dos personas. Los que tienen muchos amigos y se muestran íntimos de todos, pasan por no ser amigos de nadie, sino es en las relaciones puramente sociales; y cuando se habla de ellos, se dice que son gentes que sólo aspiran a agradar civil y políticamente. Puede uno ser amigo de un gran número de personas, sin hacer ningún esfuerzo exagerado por agradarlas y siendo sólo para ellas un hombre de bien en toda la extensión de la palabra. Pero ser amigo de uno porque es virtuoso y amarle por sí mismo, es un sentimiento que no puede extenderse nunca a muchas personas; y hasta es preferible tropezar con pocas que reúnan tales condiciones.”  (Aristóteles, Moral a Nicómaco, libro noveno, capítulo X).