Nov 262012
 

Las estaciones se deben a la inclinación del eje de giro de la Tierra respecto al plano de su órbita respecto al Sol. Esta diferencia hace que algunas regiones reciban distinta cantidad de luz solar según la época del año, debido a la duración del día y con distinta intensidad según la inclinación del Sol sobre el horizonte.
Los solsticios y equinoccios marcan la mitad de su estación respectiva.

Los solsticios marcan el momento en que el Sol alcanza su mayor o menor altura aparente en el cielo, y la duración del día o de la noche son las máximas del año, durante el de verano e invierno, respectivamente. Por ejemplo, el solsticio de invierno siendo el día del año con menos horas de luz diurna indicaría la mitad de dicha estación.
Los equinocios (el día igual que la noche)marcan cuando el Sol está situado en el plano del ecuador terrestre. Puedes verlo en la siguiente imagen:

Lo que más nos llama la atención es cómo varía la inclinación con que percibimos al Sol a lo largo del año, debido al ángulo del eje de giro del Sol de 23º sobre el ecuador, cayendo la elíptica desde el verano hasta el invierno (el 21 diciembre marcaría más o menos la menor iluminación) y volviendo a pasar por el equinocio de primavera hasta alcanzar el máximo otra vez en verano, ya que las alturas extremas son el 21 de diciembre (solsticio de invierno) y el 21 de junio (solsticio de verano), en el primer caso con el Sol por debajo del ecuador, es decir, cercano al horizonte, y en el segundo caso muy alto en el cielo.


Estuvimos en el Planetario y nos explicaron el origen de los meses y la división del tiempo.
El tiempo lo dividimos en un año, que es aproximadamente el tiempo que tarda la Tierra en dar una vuelta completa al Sol. Un mes (proviene del latín mensis) es cada uno de los doce períodos de tiempo, de entre 28 y 31 días, en que se divide el año, porque 29 días y medio es el tiempo que tarda la Luna en dar la vuelta completa a la Tierra.
Los nombres de los meses tienen un origen latino. Vamos a ver si los completamos:
Enero toma su nombre del dios Jano representado con dos caras, del principio y el final.
Febrero su nombre procede del festival de la purificación en la Antigua Roma al que llamaban februa (de februum, una especie de correa), en el 15 de febrero.
Marzo, en honor a Marte, el dios romano de la guerra.
Abril. No se conoce su origen exactamente, se duda entre aperire (‘abrir’) asociándolo a que en este mes la primavera abre la tierra, las flores, y el griego aphrós que podría simbolizar a Afrodita, o Venus en la mitología romana.
Mayo parece provenir de Maius Juppiter, el más grande.
Junio sería el mes dedicado a Juno,
Julio a Julio César
Agosto a César Augusto.
Los siguientes meses proceden de un número, porque se consideraba que el año comenzaba en marzo, cuando comenzaba la campaña militar romana, siendo por tanto Septiembre el séptimo mes del año.
Octubre (octavo)
Noviembre (noveno)
Diciembre (décimo).
Se dice que fue en 713 a. C., cuando el rey Numa Pompilio, sucesor de Rómulo, añadió los meses de enero y febrero para completar el año lunar (355 días).
La duración de los meses se estableció intercalando los meses de 30 y 31 días, con la excepción de febrero, que conservó su duración original de 28 días, que se amplía hasta 29 en los años
bisiestos. La existencia de doce meses tiene relación con las doce constelaciones del zodíaco y con la numeración duodecimal.
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