También la publicidad comercial ha aprovechado los recortes para hacerlos suyos, en los precios. En una conocida taberna y restaurante cercano a casa se exhibe este cartel fijo, tipo valla, en el que se publicitan precios de bebidas y raciones, en una estrategia que aprovecha la labor propagandística de fuerzas sociales, sindicales y populares, muy ayudadas, todo hay que reconocerlo por el gobierno, su presidente y sus ministros, que no paran de hacer méritos en una desenfrenada y loca carrera.
Aquí, en la valla, el emisor, el dueño, se ha lucido, porque los conocimientos previos del sufrido receptor, la clientela, son obvios después de varios años de palo y tente tieso. El contexto, lamentablemente, va a convertirse en una eternidad, pues cuando un optimista anuncia que para el 2014 se remonta la crisis, aparece un pesimista, es decir, un optimista bien informado, posponiéndolo para el 2015. El tono, directo, sin concesiones, aseverativo, rompedor, como todo cartel que se precie, con los números redondos de los precios de combinados y raciones para información del consumidor.
El reto publicitario es enorme: ¿Para cuándo un cartel publicitario, “sanidad privada, sí, a 50 céntimos la receta”, “se vende instituto sin plantilla y libre de obligaciones”, “viajes culturales por los centros comerciales, coste cero”..?
Por ideas, que no quede.