Ayer a la noche se nos fue uno de los grandes pensadores contemporáneos, desde mi punto de vista. Profesor, poeta, cantautor, viajero sabio, político honrado. Ha sido una persona de posiciones muy claras, que ha defendido desde siempre, no sólo en las dos legislaturas como diputado de la Chunta Aragonesista en las cortes de Madrid.
Personalmente ha tenido y tiene toda mi admiración por su lucha por la libertad y por llevar el nombre de mi tierra con la cabeza bien alta, olvidando complejos de otros tiempos. Adiós, señor Labordeta, su paso por este mundo no ha sido en vano.
Y no puedo menos que añadir aquí algo que para mí, y para muchos aragoneses o no, ha sido un himno fantástico, pleno, emocionante, intemporal, el Canto a la libertad:
Habrá un día
en que todos
al levantar la vista,
veremos una tierra
que ponga libertad.
Hermano, aquí mi mano,
será tuya mi frente,
y tu gesto de siempre
caerá sin levantar
huracanes de miedo
ante la libertad.
Haremos el camino
en un mismo trazado,
uniendo nuestros hombros
para así levantar
a aquellos que cayeron
gritando libertad.
Habrá un día
en que todos
al levantar la vista,
veremos una tierra
que ponga libertad.
Sonarán las campanas
desde los campanarios,
y los campos desiertos
volverán a granar
unas espigas altas
dispuestas para el pan.
Para un pan que en los siglos
nunca fue repartido
entre todos aquellos
que hicieron lo posible
por empujar la historia
hacia la libertad.
Habrá un día
en que todos
al levantar la vista,
veremos una tierra
que ponga libertad.
También será posible
que esa hermosa mañana
ni tú, ni yo, ni el otro
la lleguemos a ver;
pero habrá que forzarla
para que pueda ser.
Que sea como un viento
que arranque los matojos
surgiendo la verdad,
y limpie los caminos
de siglos de destrozos
contra la libertad.
Habrá un día
en que todos
al levantar la vista,
veremos una tierra
que ponga libertad.
Aquí dejo el maravilloso homenaje le dieron unos cuantos ciudadanos de a pie a José Antonio Labordeta en la plaza San Felipe de Zaragoza. Es sencillamente entrañable, emocionante, sólo verlo y escucharlo muestra cómo se le quería. Además, por su capilla ardiente, en el Palacio de la Aljafería, sede de las Cortes del Gobierno de Aragón, pasaron miles y miles de personas para despedirse de él. Descanse en Paz.
Como aragonés de adopción, que lo soy, mi más profundo pesar…
Descanse en paz.