Las letras hispánicas están hoy en boca de todos, ya que al fin le ha sido concedido a Vargas Llosa el Premio Nobel de Literatura. Después de unos cuantos años rindiendo pleitesía a culturas y lenguas un tanto periféricas, la academia sueca cobra el prestigio que su fama mundial, y por qué no decirlo su dotación económica, le dieron un día.
El escritor hispano-peruano tenía bien merecido el reconocimiento mundial que el galardón supone. Un buen número de novelas, ensayos, artículos, poesía, obras teatrales le avalan, así como un puesto de honor dentro del pensamiento literario e intelectual en lengua castellana. A él le debemos un sinfín de personajes maravillosos y líneas de excelsa narración. No es menos importante su posicionamiento social y político a través de su literatura, siempre trascendiendo la mera acción artística, lanzando al mundo un mensaje hermoseado, bien construido, lleno de sabiduría y de buen hacer literario.
Para el que esto escribe Vargas Llosa es un autor muy especial. Gracias a él me introduje en una literatura que me atrapó desde el primer párrafo. Llegó a mí, de una manera casual, Lituma en los Andes y desde esa novela hasta la última he leído al peruano con fruición, deleitándome con cada una de sus líneas. Historias fascinantes, que me trasladaban a un mundo de extremada riqueza imaginativa; narraciones que me resultaban exóticamente cercanas, imposible empezarlas y no desear con viveza acabarlas cuanto antes. Dediqué muchos meses y meses a leer una tras otra sus novelas (empecé -entonces sí- por el principio: La ciudad y los perros). Y fue, para mí, toda una revolución artístico-literaria, sobre todo por el disfrute que suponía su rico castellano americano. Luego vinieron los ensayos, sus inteligentes artículos periodísticos –con los que no siempre estaba de acuerdo en su contenido, pero disfrutaba de su forma todas las veces-. Y esto no ha acabado, claro. Aún hoy en día espero con cierta impaciencia su última publicación para hacerme con ella y volcarme en sus letras.
Por todo esto y por mi amor a la literatura, sobre todo a la escrita en mi lengua, me congratulo por el premio a Mario Vargas Llosa. Sin embargo, considero que en esta ocasión el galardón es más bien para el Premio Nobel, que ahora sí acaba de ganarse el prestigio que en los últimos años tanto se había discutido.
¡Larga vida a don Mario Vargas Llosa y sus letras y enhorabuena al Premio Nobel!
Una duda… ¿se escribiría Llosa o LLosa? Tú lo has escrito de ambas maneras.
Está claro que se trata de un error por mi parte, debí prestar más atención al escribir. Lo correcto es “Llosa”, atendiendo a la norma que establece la RAE y que cito aquí de manera literal:
“1.2. Cuando los dígrafos ch, gu, ll y qu se emplean en mayúscula al inicio de una palabra escrita con minúsculas, solo adopta forma de mayúscula el primero de sus componentes: Chillida, Guinea, Llerena, Quevedo; pero si los dígrafos forman parte de una palabra escrita enteramente en mayúsculas, deben ir en mayúscula sus dos componentes: CHILLIDA, GUINEA, LLERENA, QUEVEDO. Cuando los dígrafos forman parte de una sigla, se escribe en mayúscula solo el primero de sus componentes (→ sigla, 5c): PCCh (Partido Comunista de China).”
Agradezco una lectura tan atenta, Eulogio de la Locura, tomo nota y corrijo. ¡Saludos!