En el día de mañana ha sido convocada una jornada de huelga en el ámbito de la educación secundaria. El que esto escribe se sumará a ella. Es por esto que me parece oportuno hacer una reflexión sobre los motivos –personales- que me llevan a este acto de protesta. Vaya por delante mi escaso optimismo respecto a los efectos que pueda acarrear la huelga, pero me hallo en un punto en el que mis principios me llevan a reivindicaciones casi simbólicas, aunque no por ello poco importantes. Añadiré a este día de huelga mi asistencia a la manifestación convocada en Pamplona y ya he añadido mi negación, por este curso, a realizar cualquier actividad extraescolar (como tantos de mis compañeros). También informo a familias y alumnos, cuando la ocasión lo requiere, de las nefastas consecuencias de los recortes aplicados por el Departamento de Educación de la Comunidad Foral de Navarra a la educación pública.
Aquí van, bien resumidas, mis razones para tales acciones. En primer lugar diré que creo firmemente en la educación pública, en la que iguala a todos sin importar su condición social, económica, de sexo o de origen. Creo que debe existir tal y como existe, que debe cuidarse –aun más, mimarse- desde todos los ámbitos, incluido el económico. Como tanto se ha repetido, gastar en educación es invertir en futuro: no me parece demagogia vacía, más bien al contrario, me parece una irrefutable y potente certeza. Si es cierto que toca en estos tiempos apretarse el cinturón, mirar hasta el último céntimo y dejar de gastar donde hasta hace nada se hacía, hágase con otros conceptos económicos, no en la educación pública. Considero que los principales afectados son los receptores de esta educación, los alumnos, y sus familias. Y es por ellos por quienes en el fondo expreso mi profunda protesta. Es a ellos a quienes se les está mermando unos servicios básicos.
A todo esto se añaden, tampoco hay por qué esconderse, las consecuencias para los docentes. Cientos de compañeros condenados al paro, un sueldo que fue bajado hace unos meses y definitivamente congelado, además de una flagrante precarización de puestos de trabajo. Desde mi modesto punto de vista, lo peor de todo es la sensación que tengo de que esto no ha hecho más que empezar. Vendrán más recortes, más bajadas, más horas lectivas añadidas y más compañeros sin trabajar.
Por último incluyo una razón más para ir a la huelga. Y no es otra que el enorme daño social que la figura del profesor está sufriendo con todo esto. Muchos –nuestro Consejero de Educación incluido- han querido reducirlo todo a la hora lectiva semanal de más en nuestros horarios, como si todo se limitara a que una cuadrilla de vagos se niega a dar una clasecita más por semana. A tal punto ha llegado la demagogia, la sucia táctica política. Pero poco o nada se han molestado en explicar bien a las claras cómo ha sido todo el proceso de ningunear a las directivas de los institutos, de su política con las sustituciones, del racaneo más suecio e inmoral con las contrataciones, de la absoluta indolencia que ha mostrado el Departamento de Educación dejando a alumnos sin profesor –ni tutor- durante días y días, de la precariedad laboral que han instalado en casi todos los centros de la comunidad.
Suscribo todas y cada una de tus palabras, Rafa. Y ver el éxito que ha tenido la jornada de huelga y lo multitudinaria que ha sido la concentración, con alumnos y todo, da fuerzas para seguir luchando mucho más.
Un abrazo, compañero.
Gracias, Virginia !
Una de las cosas que a mí también me ha sorprendido gratamente ha sido ver alumnos en la manifestación: son unos de los principales afectados por todo esto.
La concentración de esta mañana es cierto que ha sido multitudinaria y reconfortante.
Otro abrazo, compañera !!!