De nuevo otro curso que acaba. Ha sido bueno, así en general. Ha sido el segundo en mi centro, para mí ya definitivo -administrativamente hablando- y ha supuesto un movimiento hacia adelante en mi asentamiento en él. La relación con mis compañeros ha sido muy grata: espero no haber perdido la capacidad de aprender día a día, y muchos de estos compañeros son un ejemplo del buen hacer en la docencia y en lo personal, así que he tenido suerte en este aspecto. Con los alumnos también ha ido realmente bien, pequeñeces del día a día aparte.
Imagen tomada de chemamadoz.com
Desde arriba, desde la administración, las cosas han cambiado poco. Seguimos recortados, algo que se palpa en el quehacer diario. Donde más me llama la atención es en las cuestiones laborales: una gran parte de mis compañeros han visto mermados sus derechos, algunos de ellos fundamentales, y se les sigue tratando como a trabajadores de segunda: la administración se ha contagiado del desolador estado del panorama laboral que nos está tocando sufrir, y ha hecho como propias conductas inadmisibles. Pero no se puede estar todo el tiempo en actitud quejosa, y los docentes creo que hemos demostrado (así en general, como colectivo) que todo lo que tenía que salir adelante ha salido.
Han llegado, pues, las ansiadas vacaciones y toca disfrutarlas.
¡Nos vemos en septiembre!