
Fin de curso.
Pues eso, que ya se nos acaba. Y el final está siendo de lo más sustancioso.
En lo referido a los alumnos, han ido desfilando en los últimos días, sobre todo los que tenían recuperaciones que hacer y los que han venido a por sus notas. Poco a poco nos hemos ido despidiendo, deseando un feliz verano y todas esas cosas.
En cuanto a los compañeros profesores y directivos la cosa está que arde. Los primeros, sobre todo tutores, cargados de papeleos y burocracias mil, algunas tan incómodas como hacer de libreros por el instituto, revisando y paseando los libros de texto de acá para allá.
Bueno, esto es lo de menos. Lo de más está siendo el vil comportamiento de nuestros “padres putativos”, nuestros jefes, vaya, que se están luciendo que es un primor. Estos días han sido, como todo final de curso, un ajetreado devenir para confeccionar las plantillas del curso que viene. Esos sufridos jefes de estudios, con esos directores, haciendo sus encajes de bolillos para concluir el mes de junio con la planificación del curso siguiente bien encarrilada. Pues nada, llegan nuestros jefes, allá en sus despachos, y deciden cambiarlo todo hoy, sí, hoy. A cinco días hábiles del final. Todo el trabajo y lo que lleva detrás de las directivas al garete. A la papelera con el esfuerzo de días y días, con negociaciones y discusiones de todos los colores en los departamentos didácticos.
Esto en cuanto a las formas. Se aprecia bien a las claras la alevosía de las fechas y el sentido homenaje al trabajo de sus directivos en cada centro. El mensaje parece claro: hagan, hagan, que yo deshago y mando hacer más. La incertidumbre de un montón de trabajadores también se la pasan por el arco del triunfo y dejan para finales de agosto –pleno periodo vacacional- el futuro laboral de cientos de personas, que trabajan para ellos, cosa que también estiman en gran valía, como puede verse.
Respecto al contenido. Una hora más lectiva para los profesores. Mi opinión al respecto es clara: personalmente no tengo ningún problema en realizarla, aunque sí si esto supone que decenas y decenas de compañeros dejen de trabajar, que es lo que va a ocurrir. Y sí si esto implica que las plantillas de los centros ahora van a cerrarse –instrucción directa del Departamento de Educación- con plazas de nueve, diez, catorce o no sé cuantas horas. Precariedad laboral, esto tiene nombre.
Es precisamente el Departamento de Educación quien exige calidad en la enseñanza en nuestra labor profesional: no podía ser de otra manera. Pero arrastran a los centros a la improvisación, a trabajar para nada, a sembrar el desconcierto entre sus trabajadores.
¡Maldita crisis y malditos los que apelan a ella para practicar inelegancias constantes a diestro y siniestro! Por ella y ellos estamos perdiendo logros que tanto y tanto han costado. Y con visos de ser para siempre.
No me resisto a contar la penúltima inelegancia de nuestro Departamento de Ecuación. Ha sido en mi instituto, con una compañera, e imagino yo que habrá sido apelando a los “recortes” tan manidos últimamente. Esta mujer sustituía a otra compañera embarazada, su baja era por enfermedad. El viernes pasado, 17 de junio, la sustituida dio a luz, así que su baja pasó a ser por maternidad. El Departamento, ante esto, corta el contrato de la interina: le avisa a las dos menos diez (nuestra jornada acaba a las dos y diez) y le comunica que su trabajo ha concluido. La plaza ya no ha sido cubierta por nadie. Alguien en su despacho de Pamplona habrá pensado que para qué, si quedan diez días, qué más da que unos alumnos se hayan quedado sin tutora, que las evaluaciones hayan sido llevadas a cabo por nadie, que a una trabajadora se la ningunee de manera tan zafia. Ese alguien en su despacho habrá hecho sus cuentecicas y otro alguien en otro despacho le habrá dicho que muy bien hecho, que a recortar. No se les ha ocurrido pensar en la calidad de la enseñanza, en los alumnos sin profesora y sin tutora, en los boletines de notas que hay que entregar, en las actas de evaluación que hay que hacer, en la atención a las familias, ni mucho menos en la persona que trabajaba para ellos. Vergonzoso, infame, sucio… no se me ocurren otros calificativos. Saben, además, que el voluntarismo de los profesores suplirá este vacío, como ha acabado ocurriendo.
Así que nada… se acaba el curso, llegan el verano y el tiempo de ocio, y el Departamento de Educación nos desea ¡felices vacaciones!

Los acontecimientos siguen sucediéndose. El Departamento de Educación sigue sembrando la incertidumbre y el día 22 A.D.I. (Asociación de Directores de Institutos de Navarra) se reunió de urgencia para posicionarse ante este caos provocado, ante este ERE encubierto, ante este menosprecio a su labor. Hoy, 23 de junio, la prensa recoge esta reunión. Dejo aquí el enlace para quien pudiera interesarle:
Los sindicatos -por una vez unidos- también llaman a movilizaciones. ¡Muy bien! Los claustros de los centros, el nuestro incluido, también han reflejado su profundo malestar. Ya sabemos que acabarán haciendo lo que les dé le gana, pero primero habrán de escucharnos.
Los acontecimientos siguen su curso. Hoy, 28 de junio, se publica en Diario de Noticias la decisión de A.D.I. ante todo lo ocurrido: muestran de nuevo su rechazo a la vil chapuza surgida del Departamento de Educación (no sé sabe bien de quién en concreto) y se plantan ante ello. ¡Chapó! Saben que cuentan con el apoyo de los profesores compañeros, al menos con el mío de manera bien clara. Sin duda alguna, la última palabara no está dicha. Enlazo aquí abajo la noticia.
Otra noticia del martes, 28 de junio. Ahora hablan los políticos, con algunos es como para echarse a temblar de las memeces o nonadas que pueden llegar a decir. Añado la noticia, esta vez de Diario de Navarra.