De las intrigas eclesiásticas, recordemos que Julien Sorel es el héroe fiel al ideal napoleónico, a las intrigas nobiliarias. La novela tiene un marco, la sociedad francesa decimonónica restauradora de los valores monárquicos conservadores. Pero no sucumbe a la descripción de ambientes ni atmósferas o paisajes. Es novela de personajes y sentimientos.
¡Qué explosión de sentimientos de esas dos mujeres, madame de Rênal y Matilde de la Mole, las dos mujeres a quienes ha seducido, sobre el alma altiva de Julien!
Los más bellos, los capítulos finales, una vez condenado Julien a muerte por el intento de asesinato demadame Rênal. Esta y Matilde intentarán salvar a Julien instándole a que pida clemencia, algo que su arrogancia no puede tolerar.
El plebeyo Sorel asume el castigo, la guillotina, dirigiendo su ira final contra el mundo y las gentes que lo despreciaron. Matilde mantiene su memoria en esa cueva santuario adonde lleva la cabeza decapitada, madame de Rênal muere enseguida.
¡Cuánto hay en esa altivez y desprecio de Julien en el Meursault de “El extranjero”! Pero esto es ya otro capítulo.