¿Por qué los aprendizajes que se sirven de Internet tienden a obtener peores resultados que aquellos realizados por medio de tecnologías tradicionales, o sea, con un discurso lineal?
Quizás uno de los capítulos más interesantes del libro Nicholas Carr, Superficiales al que me he referido en anteriores entradas es el último, titulado “Algo como yo”, los experimentos que se narran y las reflexiones consiguientes.
Así con dos grupos de personas a los que se les ofrecían actividades para medir la memoria. A continuación al primer grupo lo trasladaban a un parque para caminar durante hora, y al segundo se le hacía moverse por las calles bulliciosas de la ciudad durante el mismo tiempo. Pues bien, el primer grupo resultaba mejor en las respuestas del test de recuerdo.
Si hubiera de proseguir con las metáforas yo diría que la Red, el ciberespacio, es la calle más comercial y ruidosa de nuestras ciudades. Todo está concebido para captar, distraer, manipular nuestra atención, es más, se diría que hay una reñida competencia por disputar esos 20´´ de media que el navegante pasa en cada página web según los analistas.
Todo esto no hace más que confirmar la verdad simple que educadores, maestros, pedagogos hemos venido repitiendo durante años: sin atención no hay aprendizaje. La cuestión que se nos viene encima es cómo conseguir captar del alumnado el interés por nuestras materias. Porque lo cierto es que hoy la competencia es más apretada que nunca.