Los libros que yo leía: “El principito”

En la docencia acostumbra uno a anquilosarse en el nivel que
imparte, en mi caso de tercero de ESO a segundo de Bachillerato. Así que
desconozco, desconocía lo que existe por debajo. No estarían mal trasvases
entre periodos educativos, y romper esos compartimentos estancos, Infantil,
Primaria, Secundaria, Postobligatoria… Más férreos, si cabe, por la tendencia
¿natural?, cómoda, a quedarse con mis grupos, mis niveles, etc.

Este curso he roto tímidamente con ese anquilosamiento: he
comenzado, por primera vez en mi larga trayectoria de enseñante a impartir
Lengua en primero de ESO. La sorpresa inicial es el interés, esa curiosidad
innata del niño, que no se ha perdido aún. Acostumbrado al tedio adolescente, el
hastío maravillosamente poetizado por Baudelaire, el propio de los catorce,
quince años, las primeras clases me parecieron maravillosas.

Desde el mecanismo de mis antiparras, uso unas gafas de
imán, a mi estado civil, a si había dado clase a sus parientes o hermanos… En
fin, esponjas con ganas de absorber la vida. Pero hubo una cuestión que me dejó
flipado, porque era diferente y entraba de lleno en la iniciación literaria,
porque tenía que ver con mi persona y la construcción del imaginarium:

¿Y qué libros leías tú a nuestra edad?

Y como “jamás desaproveches una pregunta inteligente” ha
sido una máxima que ha intentado guiar mi práctica didáctica, pues allá me fui
a remover esa biblioteca del final de la infancia – preadolescente es un
vocablo que no me gusta -, y a proponerles que semana a semana entregaría uno
de esos libros que leí con fervor a su edad para que la persona elegida nos lo
resumiera de una manera atractiva que invitara a su lectura.

Y así surgió el primer título:

Y este es el resumen que nos hizo Uxue:El narrador tenía seis años leyó en un libro que las boas se comen a sus presas y luego no se pueden mover en seis meses. Él dibujó la boa con su presa y cuando lo enseñó a sus padres estos le dijeron que era un sombrero. El niño disgustado siguió dibujando y los padres le dijeron que se interesase por otras cosas. El niño no pudo ser pintor, tuvo que ser piloto de avión y dio la vuleta al mundo, la geografía le ayudó, podía distinguir las diversas zonas de la Tierra, pero no podía hablar de su dibujo…

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