Viaje al centro de la Tierra. Julio Verne
Entrar en el mundo de aventuras fantásticas y sólidas que construyó Julio Verne es una de las sorpresas que reserva la literatura al adolescente ávido de acción aunque sea de papel. Yo entré en el mundo de Verne no con esta novela, sino con El Rayo Verde, una trama donde aúna el pretexto científico, tan caro al autor, ese rayo de la puesta de sol tan difícil de apresar, con el amor de los novios. Debo confesar que entonces me aburrió.
A lo largo de mis años de docencia he corregido muchas recensiones sobre El viaje al centro de la Tierra, sin duda los comentarios han sido en su mayor parte positivos, quizá por halagar al corrector que es el que detenta el poder que da la nota. Pero más allá de este recelo, he notado que son……los temperamentos científicos los más capaces de apreciar las dosis de mineralogía, paleontología, criptología, espeleología, que con que Verne aderezó su novela. Es obvio que la aventura es importante, la rueda de pérdidas y reencuentros, avatares, sustos que acompañan a Otto Lindenbrock, el profesor, Hans, el guía, Axel el sobrino narrador, es continua, aunque me da la impresión de que solo los más proclives a la investigación y a la ciencia se dejan seducir por esa exploración subterránea hacia los infiernos. Con todo es la broma final, los protagonistas se equivocan, en lugar de salir por las antípodas, acceden a la superficie por el Strómboli italiano, lo que más valoran estos alumnos.