Uno de los aspectos que destaca en los escritos o escritores deficientes es el escaso tiempo dedicado a generar ideas, planificarlas, así como organizarlas y formular objetivos. Es decir, lo que solemos denominar un buen borrador o esquema previo. Más tratándose en muchas ocasiones de acometer tipos de escrito que anteriormente no han sido abordados por los escolares. Es el mismo caso del adulto que debe redactar por primera vez una queja al defensor del pueblo de su comunidad autónoma. Posiblemente le gustará leer ejemplos, buenos ejemplos, ciudadanos que han emprendido anteriormente otras quejas…
Las siguientes fases de redacción y evaluación suponen para los escritores competentes un cuestionamiento permanente de si las propiedades del texto se cumplen, es decir, su adecuación – ¿está claro el receptor? ¿está bien elegido el registro? ¿se presuponen algunos conocimientos imposibles?, etc., -, la coherencia – ¿avanza la información? ¿hay alguna digresión de sobra?, ¿los temas secundarios son pertinentes?, etc., la cohesión, el estilo… El escritor no competente se preocupa demasiado, llega a ser una sobrecarga, por la corrección formal, por lo que aparece a primera vista, las incorrecciones ortográficas, morfológicas, sintácticas… De esta forma elude o no puede ocuparse de los problemas de fondo del texto escrito en cuestión.