Los carteles de la crisis (I)

Aquí el minero actúa como un doble emisor. Está acompañado de la autoridad, sin rostro, anónima, lo que realza su condición civil, de persona que nos mira afable, de frente, desarmado.

Sostiene el cartel, que es parte del mensaje y la explicación de la protesta, pues de ello se trata, se haya ante una sede gubernamental, la de la Junta, y la del partido en el gobierno, PP, situación, contexto extralingüístico. Supone de los receptores bastante, que conocemos una lucha, la de los mineros asturianos, su marcha posterior de protesta y solidaridad hasta Madrid, conocimientos enciclopédicos.

El cartel tiene un código lingüístico, el asturiano, bable, aunque es perfectamente entendible por sus leves variaciones diatópicas respecto al castellano, un código tipográfico, el logotipo de Bankia, y una imagen, icónico, una de las torres Kío convertida en el pozu minero donde el gobierno sepultará el dinero, los 24 millones de euros.

Nuestra competencia comunicativa nos permite, además, deducir que el “pozo” posee una primera acepción denotativa, excavación, y otra connotativa de “agujero económico” donde el gobierno quiere enterrar los millones. Y una simple metátesis permite el juego humorístico de palabras entre “carbón” y “cabrón”.

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