El Renacimiento pleno desplaza su centro artístico hasta Roma. Leonardo Da Vinci, arquitecto, matemático, científico y pintor excelente, simboliza el modelo idealista, clásico y equilibrado del período. Miguel Ángel Buonarroti, por su parte, pintor, escultor y arquitecto, constituye una grandiosa afirmación del genio personal. El equivalente musical podría ser la escuela polifónica romana, que floreció en la segunda mitad de, siglo en torno a Palestrina.
En toda la obra de Miguel Ángel se observa su faceta de escultor. Como tal, alcanzó la máxima genialidad, reflejando su espíritu apasionado, de constantes cambios de humor,
especialmente su dramatismo (terribilità). Se formó en Florencia, trabajando con grandes
bloques en los que resolvía con facilidad problemas de espacio, movimiento y composición. El colosal David en mármol (1501-1503), con reminiscencias clásicas, que muestra a un joven en tensión preparándose para una acción además de ser un completo estudio de anatomía.
En el “Kyrie I” de la Misa brevis de Palestrina, se fusionan a la perfección las cuatro voces, a partir de una única frase melódica (Kyrie eleison) que se utiliza en imitación. Las contraltos presentan la melodía por primera vez, seguidas de las demás voces, que van entrando unas tras otras.
Antes de entrar de lleno en la música del Renacimiento, deberíamos al menos citar un movimiento denominado Ars Nova (que tuvo lugar en el siglo XIV), con autores como los franceses Philippe de Vitry o Guillaume de Machaut, y que derivó hacia el Ars Subtilior, más internacional, complejo rítmicamente y de gran refinamiento incluso desde el punto de vista de la estética de los manuscritos.
Corazón de un manuscrito de Baude Cordier llamado Belle, Bonne, Sage.
He aquí el Kyrie de la Misa de Notre-Dame de Machaut:
Si nos fijamos en la evolución de la pintura renacentista, podríamos hablar del siglo XV como Renacimiento temprano, del Renacimiento pleno (primera mitad del siglo XVI) y del
Renacimiento tardío (segunda mitad del siglo XVI), durante el cual se produce el desarrollo del Manierismo y la Escuela Veneciana.
a) RENACIMIENTO TEMPRANO. La ciudad de Florencia es el punto de arranque tanto
en lo literario (Dante, Petrarca, Bocaccio) como en lo artístico, ya que en esta ciudad
trabajaron los pintores que realizarían plásticamente las ideas humanistas. Fra Angélico,
Masaccio o Botticelli serían los equivalentes al compositor Josquin des Prez.
En la imagen, la obra de Fra Angélico “Anunciación”, una composición que narra dos temas de forma simultánea (como una polifonía): el del primer plano que se refiere propiamente a la anunciación, y un segundo que significa la expulsión de Adán y Eva del Paraíso. En el conjunto del primer término aparece el arcángel Gabriel representado por una figura jovial y llena de vitalidad aunque sin rasgos que determinen su sexualidad, y gesto grave. Destaca la meticulosidad del detalle de las alas.
Escuchemos a continuación, de Josquin des Prez, En l´ombre d´un buissonet, nuevamente por The King´s Singers. Y prestemos atención a la textura contrapuntística a tres voces.
El nacimiento de Venus, de Sandro Botticelli, expresa simbólicamente el nacimiento de la Venus Humanitas, es decir, de la unidad, la armonía, encuadrada dentro de los tres elementos: tierra, mar y aire. Venus emerge del mar sobre una concha que es empujada a la playa por el soplo de los dioses alados, entre una lluvia de flores. Sobre la arena, una de las Ninfas la espera con un manto de púrpura. Todavía no existe preocupación por la perspectiva ni por la creación del espacio. La preocupación se centra en la línea, lo curvo, los fondos planos, y la profundidad atmosférica. La pintura nos muestra una temática que se relaciona con las doctrinas neoplatónicas recogidas por los intelectuales y artistas florentinos, según las cuales el ser humano debía buscar la unidad entre la belleza, el amor y la verdad, estas cualidades se encarnan en la figura de la Venus.
Comenzamos el apartado dedicado a la música renacentista con una soberbia descripción de la batalla de Marignan, presenciada por el mismo autor de la música: Clemence Janequin. Un verdadero bombazo musical que llegó a ser la obra más interpretada en la Europa del siglo XVI. La composición alude a un hecho bélico acontecido en septiembre de 1515 y mediante el cual las tropas del rey francés Francisco I lograron la conquista del Milanesado al vencer a las fuerzas oponentes de la Confederación Helvética. Aquel episodio trajo consigo una desestabilización política en toda Europa que desembocó posteriormente en la implicación del emperador Carlos V en Italia. En la obra, hay fragmentos onomatopéyicos en los que se trata de imitar el sonido real de una batalla. Esta fue una característica muy común en muchas otras obras del compositor francés.
El término Renacimiento hace referencia a un período histórico en el que Europa volvió a mirar hacia la Antigüedad Clásica, Grecia en concreto. Fue una época de avances en investigaciones científicas, exploraciones y descubrimientos. Colón dio con América; Gutemberg inventó la imprenta; Copérnico, Galileo o Kepler fueron esenciales para la ciencia…Por no hablar de la pintura, la escultura, la arquitectura… Pero, al tiempo que se revalorizaba lo antiguo, soplaban vientos de cambio. El humanismo (movimiento intelectual y filosófico basado en el estudio de los textos antiguos y que tiene por objeto el desarrollo de las cualidades esenciales del hombre) y el antropocentrismo (doctrina que sitúa al hombre en el centro del universo, al contrario que en la teocentrista época medieval) influyeron en el desarrollo de la música profana (chanson, madrigal, villancico…) y de la música instrumental (la vihuela, instrumento cortesano por excelencia en la Península Ibérica). Ello no supuso que la música religiosa perdiera importancia durante el Renacimiento; de hecho, la Reforma y posterior Contrareforma nos dan
una idea de cómo la religión, pese a todo, siguió teniendo un peso relevante.
La vuelta al ideal clásico la comprobamos en la búsqueda de la naturalidad, la racionalidad y el equilibrio (los cuatro registros vocales), así como en la utilización de la mitología o la importancia otorgada a la naturaleza (madrigalismos). Pese a esto, debemos destacar que los compositores se liberaron de muchas de las normas de la música medieval, con el propósito de conseguir una mayor expresividad. Musicalmente. Una de las rupturas más importantes respecto al estilo medieval se dio en la textura, como veremos. Si la tendencia de los compositores del Medievo fue producir contrastes entre las líneas melódicas superpuestas, los renacentistas se propusieron fusionar estas melodías, bien mediante un estilo sencillo, vertical y basado en acordes (homofonía), bien escribiendo en estilo contrapuntístico. Más tarde, en los albores del barroco, el intento de recuperar la antigua tragedia griega dará como resultado, de forma paradójica, la creación de un nuevo género: la ópera. Pero esa es otra historia.
Lo que viene ahora el caso es señalar que el arte renacentista se inspira en el clasicismo greco-romano. El ideal de belleza es el equilibrio y la proporción, como en el Hospital de los inocentes de Florencia, de Filippo Brunellesci. O en en la Entrega de las llaves a San Pedro, de Il Perugino.
A continuación se enumeran algunos rasgo generales de la música renacentista:
a) Triunfa y se desarrolla la polifonía, que alcanzará un gran refinamiento.
b) A menudo, los acentos musicales coinciden con los del texto.
c) La melodía rara vez existe por sí sola, sino que acostumbra a estar entretejida con las
restantes líneas melódicas. En las danzas y las canciones, es más habitual encontrar
una sola melodía.
d) Hay pocos cambios dinámicos.
e) En el plano tímbrico, la gran protagonista es la voz.
f) Domina la textura contrapuntística, basada en la imitación y el equilibrio entre las
voces.
g) La música religiosa conserva el texto en latín; la profana se escribe en distintos idiomas
y se llena de efectos “pictóricos” como onomatopeyas.
Si hay un tema del gusto del hombre renacentista, ese es el que se condensa en la expresión latina Carpe diem. En la vuelta a la cultura clásica durante el Renacimiento, la frase de Horacio, perteneciente a sus Odas, Carpe diem quam minimum, credula postero“(algo así como “aprovecha el día y no confíes en el mañana”), fue muy tenida en cuenta por los escritores y artistas de la época.
Walt Whitman (1819-1892) dijo:
Coged las rosas mientras podáis veloz el tiempo vuela. La misma flor que hoy admiráis, mañana estará muerta.
Y también:
No dejes que termine el día sin haber crecido un poco,
sin haber sido feliz, sin haber alimentado tus sueños.
No te dejes vencer por el desaliento.
No permitas que nadie te quite el derecho a expresarte,
que es casi un deber.
No abandones las ansias de hacer de tu vida algo
extraordinario.
No dejes de creer que las palabras
y las poesías, sí pueden cambiar el mundo. Pase lo que pase nuestra esencia está intacta.
Somos seres llenos de pasión.
La vida es desierto y es oasis.
Nos derriba, nos lastima, nos enseña,
nos convierte en protagonistas de nuestra propia historia.
Aunque el viento sople en contra,
la poderosa obra continúa:
Tú puedes aportar una estrofa.
No dejes nunca de soñar,
porque sólo en sueños puede ser libre el Hombre.
No caigas en el peor de los errores:
el silencio.
La mayoría vive en un silencio espantoso.
No te resignes, huye…
“Emito mis alaridos por los tejados
de este mundo”,dice el poeta.
Valora la belleza de las cosas simples.
Se puede hacer bella poesía sobre pequeñas cosas,
No traiciones tus creencias.
porque no podemos remar en contra de nosotros mismos:
Eso transforma la vida en un infierno.
Disfruta del pánico que te provoca
tener la vida por delante.
Vívela intensamente, sin mediocridad.
Piensa que en ti está el futuro
y encara la tarea con orgullo y sin miedo.
Aprende de quienes puedan enseñarte.
Las experiencias de quienes nos precedieron,
de nuestros “Poetas Muertos”,
te ayudan a caminar por la vida.
La sociedad de hoy somos nosotros:
Los “Poetas Vivos”.
No permitas que la vida te pase a ti
sin que la vivas …
Garcilaso de la Vega (1498-1503) escribió su “Soneto XXIII” también con el fondo del “carpe diem” de Horacio:
En tanto que de rosa y d’azucena se muestra la color en vuestro gesto, y que vuestro mirar ardiente, honesto, con clara luz la tempestad serena;
y en tanto que’l cabello, que’n la vena del oro s’escogió, con vuelo presto por el hermoso cuello blanco, enhiesto, el viento mueve, esparce y desordena:
coged de vuestra alegre primavera el dulce fruto antes que’l tiempo airado cubra de nieve la hermosa cumbre.
Marchitará la rosa el viento helado, todo lo mudará la edad ligera por no hacer mudanza en su costumbre
Escuchemos ahora este villancico (nada que ver con una canción navideña -villancico procede de “villano”, esto es, aldeano) de Juan del Encina (1468 – 1529), interpretado por La Capella Reial de Catalunya – Hespérion XXI, dirigidos por Jordi Savall, cuyo texto dice así:
Hoy comamos y bevamos,
y cantemos y holguemos,
que mañana ayunaremos.
Por honra de San Antruejo
parémonos hoy bien anchos.
Embutamos estos panchos,
recalquemos el pellejo:
que costumbre es de concejo
que todos hoy nos hartemos,
que mañana ayunaremos.
Honremos a tan buen santo
porque en hambre nos acorra;
comamos a calca porra,
que mañana hay gran quebranto,
Comamos, bevamos tanto
hasta que nos reventemos,
que mañana ayunaremos.
Beve Bras, más tu Beneito.
Beva Pedruelo y Lloriente,
Beve tú primeramente;
quitarnos has desse preito,
En bever bien me deleito:
daca, daca, beveremos,
que mañana ayunaremos.
Tomemos hoy gasajado,
que mañana vien la muerte;
bevamos, comamos, huerte,
vámonos carra el ganado.
No perderemos bocado,
que comiendo nos iremos,
y mañana ayunaremos.
Es importante entender que las preocupaciones del ser humano no han cambiado tanto. Cuando el rapero El Chojin dice que “no existe ayer ni mañana, hoy es eterno, el futuro no va a llegar jamás así que en vez de esperar mi consejo es: vive el momento”, está recurriendo a la máxima antigua del Carpe Diem de Horacio, que otros muchos han recogido. Hasta hoy. Por eso no debemos despreciar a los antiguos.
Instrumentos del Pórtico de la Gloria. Catedral de Santiago de Compostela
Reportaje sobre construcción de instrumentos medievales
No fueron fáciles los primeros años de la música instrumental. La Iglesia veía mal el uso de instrumentos, empleados en el culto pagano. Pero los instrumentos fueron llegando a Europa desde Asia, a través de Bizancio y España (en este caso, gracias a los árabes). Aunque está música instrumental no se escribirá hasta el Renacimiento, la música profana cantada siempre estaba acompañada por estos. También la danza tuvo su lugar.
En este enlace podemos ver imágenes, extraídas de las Cantigas, de los instrumentos de la Edad Media.
Por fin, en el vídeo que se comparte a continuación, podemos escuchar extractos del concierto “Instrumentalis musica Medii Aevi. Virtuosismo medieval a dúo”, en la Fundación Juan March. Las interpretaciones son de Alejandro Villar y David Mayoral (Eloqventia) y aparecen intercaladas con sus propias explicaciones sobre los instrumentos de origen medieval. Entre ellos, figuran algunos de cuerda como el salterio o la sinfonía (zanfona), otros de percusión como el pandero, la pandereta o el req y, finalmente, instrumentos de viento como las flautas de pico, el cuerno de buey, el albogue o la flauta doble. Todos pueden escucharse en obras medievales como Belicha, Mot me tenc ben per paguatz, la Tierche Estapmie Roial o Pollorum Regina, esta última procedente del Llivre Vermell de Montserrat.
La polifonía no vino a desplazar al canto gregoriano, sino a adornarlo en sus momentos de máximo esplendor. Así hace Leoninus en las partes solísticas del Gradual de la Misa de Navidad, dejando en canto llano el resto a cargo del coro. Y lo hace mediante el organum duplum purum (el tenor entona el canto gregoriano en notas muy largas mientras la voxorganalis efectúa sus fantasías en notas breves) y mediante el discantus.
Probablemente Perotinus escribiera su Viderunt para la Navidad de 1198, unos treinta años después del de Leoninus. Donde lucía la imaginación melódica de éste, Pertotinus parece contagiarse de la monumentalidad de Notre-Dame, cuyos muros alcanzan por entonces la altura de las bóvedas, y superpone tres voces al tenor, por primera vez en la historia. Como si fuera “música arquitectónica”, uno escucha y cree ver la luz atravesando las vidrieras e imagina formas y claroscuros.
Entre mediados del siglo XII y finales del XIII tenemos el período que llamamos “Ars Antiqua”, en contraposición al “Ars Nova” del siglo XIV. Nos encontramos en la época del gótico (siempre se ha comparado la horizontalidad del románico con el canto llano y la verticalidad del gótico con la superposición de voces que da lugar a la polifonía), las primeras universidades, la música incluida en el Quadrivium junto a la artimética, la geometría y la astronomía, el florecimiento de la poesía trovadoresca … y el comienzo de la polifonía con el organum. Esta primera forma musical polifónica se componía añadiendo al canto llano (vox principalis) una segunda voz (vox organalis), a distancia de cuarta, quinta u octava.
De todas las escuelas de música, debemos destacar Santiago de Compostela, San Marcial de Limoges y, sobre todo, Notre-Dame de París. Según atestigua un estudiante anónimo que debió residir en la capital francesa durante aquella época (se le conoce como Anonymus IV), fue Leoninus el gran músico del momento y el creador del “Magnus liber organa”, un ciclo completo de organa a dos voces para todo el año eclesiástico. A Leoninus le sucedió Perotinus, cuya música era más desarrollada, con nuevos métodos compositivos que se distinguían por una mayor precisión rítmica, melismas más cortos, y también un mayor número de voces, de dos (organum duplum) a tres (organum triplum), e incluso a cuatro, (organum quadruplum), que constituyen la cumbre de la polifonía puramente eclesiástica de comienzos del siglo XIII. La más importante colección de organa es el Tropario de Winchester, del siglo XI, con ciento sesenta y cuatro composiciones y cuyo estilo se difunde por todos los monasterios principales de Europa.
La forma organum consta de secciones organales (una voz, la inferior se
mueve mucho menos que la superior), secciones de discanto (la dos voces caminan con un
ritmo similar) y también de secciones de canto gregoriano.
Durante siglos, la única música de la que hemos tenido noticias y partituras en Occidente es la ligada a la religión cristiana. Obviamente, no era la única música que se escuchaba en la Edad Media, puesto que se desarrolló una música profana que no se consideró, por diversos motivos, digna de ser conservada. La empezamos a encontrar escrita a partir del siglo XI y, sobre todo, en el XII, después de muchas prohibiciones y toda una lista de concilios. El paso del románico al gótico y la progresiva secularización, como también o la influencia del mundo árabe, entre otros factores, favorecieron el surgimiento de una poesía lírica en lenguas vernáculas vinculada a un repertorio musical. Diferentes figuras cultivarán la música no religiosa: los goliardos, los juglares, los trovadores…
No sabemos a ciencia cierto si los goliardos, como los clérigos vagantes, eran monjes sin beneficio que abandonaron la vida religiosa y se dedicaron a una vida errabunda e irregular, o sencillamente poetas burlescos y glotones, aficionados al vino (¿una derivación de la palabra gula?). El Carmina Burana que adaptara Carl Orff es uno de los cancioneros con poesía goliárdica.
Codex Buranus o Carmina Burana (1220). La rueda de la fortuna
Los juglares, despreciados por la nobleza y el alto clero, eran vagabundos que viajaban de pueblo en pueblo, de aldea en aldea, recitando poemas, contando leyendas, cantando, haciendo malabares, y que que aportaron tres elementos novedosos: el sonido instrumental, la danza y la representación teatral. La figura del juglar (actor, músico, saltimbanqui, acróbata, charlatán y portador de noticias), fue descrita por Guiraut de Calansó, quien resumía de esta manera las condiciones que aquel debía tener:
“Saber trovar (improvisar versos y melodías); saltar y jugar a los dados; echar al vuelo manzanas y cogerlas con cuchillos; tocar el timbal, las castañuelas, la cítola, la rota de diecisiete cuerdas y otros instrumentos; imitar el canto de las aves; hacer bailar polichinelas; colocarte unas barbas rojas; hacer saltar a los perros y enseñar a los monos; conocer las historias de Troya, Argos, Jasón y otras leyendas más y, sobre todo, saber hablar de amor”.
Los trovadores, casi siempre nobles, aparecieron en la baja Edad Media y eran mucho más refinados: sabían inventar (trovar) letra (en lengua vernácula) y música, al modo del
cantautor contemporáneo, mientras se acompañaban con un instrumento (habitualmente de cuerda pulsada). El movimiento trovadoresco es un importantísimo complejo poético-musical cultural, lírico y narrativo a la vez, que desde finales de siglo XI hasta casi comienzos del XIII, surgió primero en el sur de Francia, en la zona provenzal, después en el norte (con el nombre de troveros) y en otras zonas de Europa occidental. Trovadores famosos fueron Adam de la Halle, Ricardo Corazón de León, Teobaldo de Champagne, Guillermo de Aquitania o Alfonso X el Sabio. La temática era la propia del amor cortés (la belleza y virtudes de la dama), aunque también existía la sátira. Tuvo su paralelismo en lengua germana con los minnesinger (“cantores del amor”).
El siglo XII, momento álgido en las peregrinaciones por el Camino de Santiago y elemento esencial para la transmisión y el cruce cultural, fue época de una cierta “globalización”. Alfonso X reunión en sus Cantigas, de veneración mariana, muchas piezas en galaico-portugués, de inspiración popular y con hermosos arabescos. La belleza de la música y de las miniaturas del códice le conceden un valor extraordinario.
Estas son algunos rasgos comunes en la monodia medieval profana:
a) Monódica.
b) Vocal y con acompañamiento instrumental.
c) Individual y colectivo.
d) Autoría reconocida.
e) “Civil” o “laica”.
f) Texto en lengua vernácula.
g) Ritmo marcado.
h) Carácter popular.
La notación neumática utilizaba signos colocados sobre cada sílaba del texto y servían de guía para recordar la melodía que debía ser cantada y que pertenecía a un repertorio conocido de antemano. No indicaban ni la altura concreta del sonido ni el ritmo de la melodía, sino que mostraban el sentido o la dirección que debía tener la línea melódica.
Hacia 1150, estos neumas adoptaron una forma más definida. La escritura musical conoció una importante evolución al sustituir la caña por la pluma de ave, que dejará un trazo cuadrado sustituyendo el sistema de neumas anterior. Es la notación cuadrada.
Misal de París. S.XII.
En el siglo X comenzaron a usarse líneas para señalar con más exactitud la altura de las notas. Al principio, una línea roja trazada sobre el pergamino señalaba el sonido Fa y servía como referencia para los demás sonidos. Luego se añadió una segunda línea de color amarillo que representaba un DO. Finalmente, el monje benedictino Guido D´Arezzo (995-1050) añadió otras dos más, creando el tetragrama o pauta de cuatro líneas.
Antifonario. Siglo XIII.
Curiosamente, no existía una norma generalizada para usar un número exacto de líneas, y en algunos manuscritos se pueden ver pautas de cuatro, cinco, seis y hasta diez líneas. Ya en el siglo XVI, el pentagrama se impuso como pauta de uso común. La aparición de la partitura supuso un progreso decisivo en la escritura musical: con la indicación de la altura de los sonidos, era posible “leer” la música y facilitar el aprendizaje.
A Guido D´Arezzo se le debe también, el haber dado nombre a las seis primeras notas de la escala – ut, re, mi, fa, sol, la -, basándose en las primeras sílabas de los versos de un himno del siglo VIII, dedicado a San Juan Bautista. Los seis primeros versos dan el nombre a las notas, la melodía de Guido daba a la primera sílaba de cada verso un sonido diferente, que coincidía con los sonidos de la escala. Con el tiempo la primera sílaba se cambió por Do y se añadió el Si uniendo la “S” y la “I” de los dos últimos versos.
Asimismo, Guido ideó un sistema de aprendizaje de los sonidos, intervalos y escalas que se hizo famoso y fue usado durante muchísimos años, conocido como la mano guidoniana.
La notación neumática, así como la cuadrada, supusieron grandes progresos en la escritura musical, pero no quedaba claro el ritmo. Era pues necesario introducir la dimensión de tiempo – duración-. Surge así la notación mensural (S. XIII), en la que las notas tiene forma diferente según su duración).
Si tuviéramos que citar algunas características generales del canto gregoriano, podríamos mencionar las siguientes:
a) Monódico
b) Vocal y a capella
c) Colectivo
d) Repertorio anónimo
e) Función litúrgica
f) Texto en latín
g) Ritmo “libre”
h) Melodía “fluida”
Escuchemos Puer natus est:
Un coro de voces masculinas entona a capella (es decir, sin acompañamiento instrumental) el introito u oración inicial del Propio de la Misa de Navidad, la festividad más importante de la liturgia cristiana junto con la Resurrección. El introito desempeña la doble función de acompañar la entrada del o de los celebrantes mientras se dirigen al altar, y de situar desde el comienzo a los fieles en el acontecimiento que se va a celebrar.
Está escrito en notación cuadrada y en un tetragrama. Los símbolos y signos que hay por encima y por debajo de la partitura hacen referencia a los antiguos neumas con los que primitivamente se escribía el canto gregoriano. También podemos observar que la letra del canto está escrita en latín. Si nos fijamos en el comienzo de cada línea, vemos que hay un signo parecido a una C en la tercera línea; ese signo es la clave de Do, así que la nota de la tercera línea es do y las demás siguen el mismo orden que en el pentagrama actual. La nota “de recitado” es la que más se repite durante toda la obra, claramente la nota Do.
Curiosidades:
Si prestamos atención al final de cada línea de tetragrama, veremos que hay una pequeña marca, que sirve para indicar cuál va a ser la próxima nota de la siguiente línea. Esto se debe a que el canto gregoriano estaba escrito en libros muy grandes llamados cantorales, y los cantores tenían que girar la cabeza cada vez que terminaban una línea musical, ya que no les daba tiempo a girar. El texto comienza diciendo “PUER NATUS EST” que significa “El niño ha nacido”. La música se cantaba en la entrada y, como antes hemos dicho, como ANTIPHONA AD INTROITUM, es decir, al comenzar la misa y de forma antifonal (dos coros alternados). En cuanto a la interpretación, aunque casi siempre se canta de forma silábica, hay algunos melismas o adornos (varias notas sobre una sílaba). Podemos hablar de tres estilos en el gregoriano: silábico (una nota por sílaba), neumático o adornado (varias notas por sílaba) y florido o melismático (más de tres notas por sílaba).