Sería idílico que los médicos hicieran este tipo de recomendaciones en vez de recetar indiscriminadamente “píldoras de la risa”. Un buen artículo publicado en El País. La verdad es que no sólo vendría bien a los pacientes ya que mejorarían su dolencia y como daños colaterales “sufrirían” todos los beneficios extras de la actividad física, unos efectos secundarios muy apetecibles. También vendría bien para las maltrechas arcas de la Seguridad Social que a este paso no se como terminará nuestro sistema universal de salud, lo mismo enferma, y si lo hace, ¿lo podremos curar?
¿Un lexatin? No, mejor váyase a sudar al parque.
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