Pecan de ingenuidad quienes manifiestan que el fútbol no debe “mezclarse” con la política. Pero el fútbol se juega bien a través de los clubs, representativos de una ciudad (polis), bien a través de selecciones, representativas de una nación política. Por tanto sus vínculos con la política son de origen y de estructura. Es imposible separar la contextualización del hecho deportivo del entorno sociopolítico que lo alberga. El problema estribaría más bien en si esos vínculos lo son con una buena o mala política.